"Jóvenes en paz": Un programa mas para crear incentivos perversos.
Han sido varias las voces que desde el actual gobierno colombiano
han tratado de justificar el pago de incentivos a jóvenes involucrados con la
violencia para que no cometan delitos, desde el presidente Gustavo Petro, el
ministro de Interior Luis Fernando Velasco y afiles de a Colombia Humana como
Gustavo Bolívar entre otros, intentan convencer a la ciudadanía que el programa
“Jóvenes en paz” traería innumerables “beneficios” para el país, siendo el único
beneficio visible el pago de 1’000.000 de pesos a estos jóvenes para que dejen
de delinquir.
Pagarles a jóvenes integrantes de bandas criminales
para que no cometan delitos es una idea problemática por varias razones. Desde
una perspectiva económica, repartir el dinero de los contribuyentes, nunca ha logrado equilibrar la brecha económica entre diferentes grupos
sociales. Sin embargo, implementar pagos a criminales
tiene aun mas consecuencias y que son desastrosas para la economía.
En primer lugar, este enfoque implica utilizar recursos
públicos para financiar a personas involucradas en actividades ilegales. Esto
significa que el dinero que podría destinarse a inversiones productivas,
educación, salud o infraestructura termina en manos de criminales. En lugar de
fomentar el crecimiento económico y el desarrollo social, se está alimentando a
aquellos que están dañando la sociedad.
Además, pagar a las bandas criminales crea un incentivo
perverso. En lugar de disuadir la delincuencia, se está premiando a los
delincuentes por su comportamiento ilícito. Esto puede llevar a un aumento de
la criminalidad, ya que otros individuos pueden ver la oportunidad de obtener
beneficios económicos similares al involucrarse en actividades delictivas. En
lugar de reducir la violencia y promover la seguridad, esta medida puede
generar un ambiente aún más peligroso y caótico.
Por último, pero no menos importante, los costos económicos
de esta estrategia recaen sobre los empresarios y los trabajadores. Los empresarios
sufrirían un mayor peso financiero debido a la necesidad de financiar estos
pagos y, en última instancia, esto podría afectar su capacidad para invertir,
expandir sus negocios y generar empleo. Por otro lado, los trabajadores también
podrían verse perjudicados, ya que los recursos que podrían destinarse a
mejorar salarios, condiciones laborales o beneficios se están utilizando para
financiar a criminales.
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